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Foto Reportaje: Luis "El Perro"


Hay veces que a uno le suceden cosas sin que se le pasen por la cabeza, como cuando un día sábado por la mañana sentado en una banca frente a unos restaurantes en el barrio Lastarria, observaba como pasaba la gente, hasta que ví a un sujeto particular que me llamó bastante la atención. Se veía con un aspecto algo descuidado y con una mirada obsesiva hacia el interior de un local de comida árabe. ¿Quizás qué esté haciendo? me dije. Pero de un momento a otro da vuelta la mirada y se dirige con cuerpo y alma hacia donde estoy yo. Lo curioso de todo esto fue que me saludo como si me conociera, ¡Hola tanto tiempo que no te veía, que bueno que te vuelvo a ver!, dice el mirándome fijamente  a los ojos, (para intentarle seguir la corriente y ver a donde iba a llegar todo esto) le respondí, ¿bien y tú?. Entonces en ese momento se inició nuestra conversación. Comenzamos a hablar en primera instancia de cosas generales de como a qué me dedicaba, pero curiosamente el escuchó otra cosa y pensó de primer momento que era fotógrafo de algún diario o revista al verme con la cámara colgando en el cuello. Sin pensarlo le dije un rotundo ¡SI!. Entonces fue ahí en esa banca donde un completo extraño comenzaba a desempolvar sus recuerdos. ¿Que quieres saber? Decía el, te puedo contar de todo. Entonces para salir de mi estado de shock mental, lancé la primera pregunta, primero quería saber cómo se llamaba este personaje que me estaba hablando. Luis, Luis "el perro" me dicen mis amigos, porque siempre ando acompañado de mi perro (que curiosamente no estaba con el en ese momento). Pero ¿cuantos años tienes? le pregunté, 65 o 63 me respondió dudando, pero de lo que estaba seguro es que había nacido en  el '53. Mientras me seguía comentando de por qué estaba en ese lugar afuera de ese local de comida árabe, yo solo podía estar pensando como este sujeto a simple vista se veía bien alimentado y "sano". -Estoy buscando mi plato de comida- agregó, -no sé dónde lo deje, pero alguien me lo está calentando-. Mientras asumíamos los dos que su comida estaba en un restaurante y que estaba siendo calentada, me hablaba sobre cosas como que vivir en la calle es difícil y que todo lo que quisiera saber de ella, el estaría dispuesto a contarme todo, solo por ser un periodista a ojos de el. Dicho esto, quise intentar saber un poco más de mi nuevo compañero de banca mientras entre nosotros había un pequeño silencio que para mi era incomodo, entonces fue ahí que quise preguntarle la génesis de su situación de calle, entonces para romper el hielo le dije, -dime primero para conocerte un poco más, ¿por qué estás viviendo de esta manera?-. Unos segundos que parecían minutos de silencio fue lo que hubo como respuesta en un primer momento, -pero mejor olvidalo, vamos por tu comida- Intentando evitar cualquier desenlace incómodo. -Te diré- me respondió luego de notar mi incómoda cara. Fue entonces cuando me enteré que alguna vez un niño a sus 6 años de edad huyó de su casa una noche de verano para poder nunca más ver a sus tíos que lo cuidaban desde que murieron sus padres-. Entre lágrimas me mira firmemente a los ojos y me dice -¡Era violado todas las noches en esa casa!-, bastó aquello para comenzar a entender su historia. Se trataba de un joven que tuvo que aprender de mala manera a vivir por las suyas, en un ambiente que no era para nada favorable, la calle. Me contaba mientras estábamos aún sentados en la banca, que en esas primeras semanas que afrontó el hecho de que nunca más iba a volver a su casa, dormía bajo el punte mapocho junto a muchos niños más de distintas edades. Fue donde ahí vio que lo que le hacían en su casa, también ocurría en ese lugar y según el fue un hecho que le hacia mucho ruido en la cabeza, pues había arrancado de su casa por aquello y al parecer este hecho lo persigue donde sea que vaya. Sus primeros días fueron de penurias, pasaba hambre, dormía poco en las noches y además estaba en su mente el ataque sexual inminente de uno de sus compañeros bajo el puente. Pasó el tiempo, y llegó a la adolescencia, ese niño indefenso paso a ser un ente activo para su propia supervivencia, "en la calle todo se vale", puedes limosnear, machetear o incluso robar si así lo amerita. Todo por la supervivencia.



 -Deja ir por mi comida- dijo mientras se paró de donde estábamos. De aquí en adelante comenzamos a buscar su comida en el restaurante árabe de donde por primera vez lo vi. -No está acá-, mientras dirigía mi mirada dentro del local, Luis ya estaba en dirección hacia otro local, -debe estar aquí al lado- señalando un local casi vecino a unos metros del anterior. El locatario parecía reconocer a El Perro, pero le dice que espere un momento para poder atenderlo. Entonces esperamos un momento, para ver si es que en aquel local estaba su comida. No paso ni 5 minutos y sale dueño a decirle que no vuelva más que su presencia alejaba a los clientes y que no esta su comida. Con la mirada de Luis al vacío, solo me quedó ver cual sería su siguiente movimiento.



-Vámonos, debí haber perdido el plato- Rendidos fuimos caminando por el barrio Lastarria lleno de gente, y fue ahí donde a mi compañero con un animo entusiasmado, me invita a su casa. Sin dudarlo dije si. Le salió una sonrisa al escuchar la respuesta pero aún más al observar y recordar el local donde había dejado su plato de comida calentando. Ya con su plato de comida en mano nos dirigimos en camino a su casa.

 Lo que aún me tenía intrigado era como aprendió a leer, pues me dí cuenta que leía los carteles por donde pasábamos mientras caminabamos dirigiéndonos al forestal, -¿Luis donde aprendiste a leer, fuiste a un colegio?-  Paró y me dijo - Odio el colegio y sus profesoras calientes, que solo quieren meterse con un niño-  ¿pero como es eso?- Mi profesora me sentaba de lo primeros, al frente de su mesa y ella siempre que se ponía a explicar algo sentada sobre ella, abría sus piernas y comenzaba a mirarme ¡con una cara de caliente!, nunca más fui al colegio, terminé aprendiendo a leer con mis amigos del puente-. Pensando aquellas palabras, intenté ponerme en su lugar siendo un niño de básica con el historia de vivencias que tenia, sin nadie a quien acudir para poder defenderme, literalmente solo contra el mundo, creo que también en su lugar hubiera terminado dejando el colegio. Con cada palabra que me hablaba Luis de su vida, le brotaban un par de lágrimas que lograba contener lo más que podía, quizás con la intención de no arruinar su oportunidad de relatar todo lo que más pudiera a este extraño que según él era un periodista antes de ser ahogado en un mar de lágrimas.

Ya llegando a su hogar actual en el forestal, me contaba lo mucho que según el era conocido y querido en el barrio Lastarria, restaurante por donde pasábamos, el saludaba a sus trabajadores y locatarios, que según el lo conocían de años, pero realmente las caras de la mayoría de quienes saludaba, lo terminaban mirando con una mirada extraña e incomoda. Pero tampoco voy a negar que varios saludos fueron correspondidos, aunque no fueron la mayoría.

Cuando nos quedaba solo una cuadra para llegar al forestal vio a lo lejos su casa y que al ver a su amigo de casi toda la vida (no pondré los nombres de sus amigos por petición de ellos), con su plato de comida bien firme fue tomando velocidad para ir al encuentro de su compañero.

 Habíamos llegado a su casa, una banca en el parque con un par de prendas colgadas y con un plato de comida de perro al lado para su mascota fiel. Ya ahí lo primero que hizo fue invitarme un vaso de vino, de primer momento dude beber de él, pero termine tomándome todo de un solo trago.
Luego de su cortesía de dueño de casa, comenzó a relatarme espontáneamente que estaba corto de dinero y que si podía hacerle un favor (no pensé que fuera a pedirme dinero) le dije que si. Me relató que el conoce el numero de un escritor chileno muy importante según el que vive en el cuarto piso de un departamento al frente de la banca de donde estábamos sentados, y que cada cierto tiempo le arroja dinero desde su ventana, debido a que el susodicho era muy añoso y se le hacia más fácil ayudarlo de esa manera, pero para ello el tenia que llamarlo a su teléfono, entonces me preguntó si podía prestarle mi celular para poder llamarlo. No dudé ni un segundo y le dije que si.
Entonces en menos de un minuto llamó a su amigo escritor y este ya se estaba asomando por la ventana para poder lanzarle la bolsa de dinero. Fue un momento de aquellos que nunca se olvidan creo yo, nunca había visto un espectáculo similar y mucho menos en vivo. Vi como una bolsa transparente fue lanzada del edificio y Luis al recojerla me la muestra feliz y me dice - Tenemos para una semana más-.

Después de un rato del evento de la ventana, me relataba que pensaba en la vida, en lo que ha tenido que pasar para llegar donde está y todo lo que ha tenido que sufrir. Fue ahí cuando su contención no dio más y comenzó a caerle un par de lágrimas. Ahí fue cuando su amigo (quien en realidad hacia pasar por su hijo para pedir dinero en la calle) intentó contenerlo con éxito.



Seguido de este momento de sensibilidad de mi entrevistado, le pregunto que piensa hacer ahora en el corto plazo. Y me respondió que tenia planeado trabajar de jardinero junto a su hijo para poder juntar un poco de dinero para poder arrendar en invierno y no pasar frió en la calle. Lo que me llamó bastante la atención pues era primera vez que mencionaba la palabra trabajo, entonces quise indagar más sobre el tema y le fui preguntando más cosas sobre eso. Fue cuando me comentó que había hecho de muchos trabajos, fotógrafo, jardinero, cuidador de autos, limpiador de vidrio entre otros. Y que siempre trabajaba cuando de verdad las necesidades eran muy grandes y para juntar dinero para el periodo de invierno, pues ya está muy viejo y que necesita dormir en un lugar más abrigado para esas fechas o quizás este sería su ultimo invierno durmiendo en aquella banca. Tocado ese tema de la salud, comencé a analizar más a este sujeto, según el nunca se había enfermado en su vida y que daba gracias a dios por eso, pero a pesar de lo que me contaba físicamente se podían ver signos de enfermedad hepática, hiper trigliceremia, disminución de peso y potomanía. Incluso a pesar de eso se observaba "sano".

Seguido de este análisis, mientras lo observaba y me hacía hipótesis diagnosticas, me mira firmemente a los ojos y me dice que lo acompañe a buscar dinero para poder costear un papel de antecedentes para pedir empleo de jardinero en la municipalidad. Pensando en mi interior, tenia la duda de que lo dejaran trabajando debido a que no tiene la básica completa, pero no quise romperle sus esperanzas así que le dije que si y me decidí a acompañarlo. Pero antes de ir saliendo nos encontramos con su mascota, su gran amigo peludo y fiel, su perro. Me muestra como hacia trucos con el, como darse vueltas en el suelo y dar la pata, mientras que en espacio de cada truco le demostraba afecto.

Ya en dirección de vuelta al barrio Lastarria me dice que conoce a una vieja amiga que le ayudaria con su problema de dinero para poder costar su hoja de antecedentes. Fue cuando me dirijo a un local muy bonito y con una señora muy carismática que atendía el mesón. Fue cuando mirando desde afuera observo como intercambiaban palabras, hasta que veo que la misión terminó con éxito, -ella me va a pasar el dinero para poder pagar el certificado-. Ya dicho esto y viendo como un final, le digo que me tengo que ir y que ha sido un placer compartir con él. Es ahí cuando me pide solo una cosa antes de irme, la cual era que le comprara un cigarrillo para pasar la tarde, no dude en comprarselo. Entre al local, lo compré, se lo pasé y me despedí agradeciendole todo el tiempo que compartió conmigo esa tarde, deseándole buena suerte

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